Hace unos años, cuando trabajaba en una aerolínea armamos un grupo de amigos muy paja.
Disfrutábamos de trabajar juntos, almorzábamos cerca a la oficina o en la oficina casi todos los días, juntos y viajábamos mucho juntos (teníamos las facilidades). En esa época se hizo costumbre salir todos los jueves (bendita juventud), hasta que un día se le complicó a una buena parte del grupo, por lo que alguien preguntó “¿y si salimos el viernes?”.
Mi respuesta (en broma, obvio) fue: “No, yo los fines de semana salgo con mis amigos de verdad”.
Y es que medio en broma, medio en verdad, creamos segmentos de amigos “mis amigos del cole”, “mis amigos de la universidad”, “mis amigos del trabajo”, etc.
Empecé a correr porque quería hacer deporte sin depender del tiempo de otras personas.
13 personas para jugar futbol 7, 9 para jugar basket, 1 para jugar tenis; en cualquiera de los casos te falla uno, y se va todo al traste.
En el running, no dependes de nadie, incluso te da la flexibilidad de cambiar de horario si lo necesitas (lo cual puede ser tanto aliado, como enemigo si no sabes manejarlo). Además debo decir que no solo te facilita la vida en términos logísticos, sino que además para un introvertido como yo, se convierte en un espacio para darle rienda suelta a mi introversión.
No sé si será el caso de todos los introvertidos (aunque siempre he asumido que sí), pero correr se convierte también en un espacio de reflexión, de resolver problemas, de tener discusiones con uno mismo, de tratar de entenderte, pero bueno, ya habrá otro momento para conversar de ese tema.
Hoy me quiero centrar en la otra parte del running. Hace poco estaba hablando con una amiga vegana, y le preguntaba si ella podría estar con alguien no vegano, su respuesta fue un contundente “no”, porque ella “necesitaba sentir admiración por la persona con la que está”.
Debo decir, que reflexioné sobre su respuesta en mi siguiente salida a correr, y sin haberlo pensado nunca, me di cuenta yo seguía su misma “regla”: mi esposa, mi familia, mis amigos más cercanos; a todos ellos los siento mucho más cercanos en la medida que los admiro por motivos muy diversos.
En los últimos años de mi vida, deben haber sido más personas las que han perdido protagonismo en mi vida, de las que lo han ganado. Pero sin duda puedo decir que quienes lo han ganado, tienen un espacio incondicional en mi corazón, y la mayoría de ellos, me los regaló el running, de uno u otro modo.
Las relaciones generalmente empiezan por intereses en común, pero se sostienen sobre valores. Uno puede compartir intereses con mucha (muchísima) gente, pero a la hora de la hora cuando los ves tomar decisiones difíciles, cuando los ves ayudar a alguien, cuando los ves retarse a si mismos (y en el camino retar a los demás también), es donde encuentras esa fórmula perfecta: intereses + valores + admiración.
Después de haber encontrado en el running un espacio de introspección, de autoconocimiento, de crecimiento y de retarme a mi mismo, encontré algo que jamás pensé: amigos (espero que para toda la vida).
PD: Jamás olvidaré que hasta hace no mucho DLL me tenia guardado en su celular como “Richi Runner”. No lo puedo confirmar, pero espero de todo corazón ser ahora solo “Richi”.
Ricardo Meza Deville
@richimd